Sentar cátedra
Me gusta bastante escribir. Creo que es una forma estupenda de poner orden en las ideas de uno. Incluso aunque, como me suele pasar 99 de cada 100 veces, nunca termine publicando nada.
En primer lugar, porque generalmente no encuentro atractivo el tipo de entradas técnicas sobre "cómo hacer X con Y" o "cómo resolver tal o cual problema". Son útiles, pero entran más en la categoría de "documentación" o "base de conocimiento" que en la de "escritura".
En segundo porque, si no escribo posts técnicos, suelo terminar escribiendo posts de opinión. El peligro de los posts de opiníon es que puede parecer que intentas sentar cátedra. Y siempre que ocurre eso, sin importar lo complejo que sea el tema a tratar, divides, quieras o no, al mundo entre "gente que piensa como yo" y "los otros que aún no se han dado cuenta".
A mí no me gusta sentar cátedra (aunque releyendo lo escrito creo que lo acabo de hacer). Soy plenamente consciente de mi imbecilidad y no necesito que venga nadie a recordármelo. Pero en caso de que sea lo tuyo, creo que un blog es el lugar perfecto para hacerlo.
Escribir tu opinión en tu blog es fácil. Sólo tienes que mirar hacia adentro y escribir lo que quieras sobre lo que quieras.
En un blog no sufres el riesgo de mostrarte como el imbécil integral que eres y tienes pleno control sobre las publicaciones. Es un doble win. Por un lado escribes desde una suerte de embudo dialéctico en el que sólo muestras la parte de tí que quieres, con todos los adornos y colgajos posibles. Por otro lado, cuando llegue el momento de cambiar o matizar una opinión (créeme, si tienes las neuronas suficientes, ese momento siempre llega) puedes reflejarlo o sencillamente deshacerte de algo que ya no te representa. Crecer como persona es importante, pero no necesitas hacerlo en público. Te contaré un secreto: este es el motivo por el que prácticamente no publico nada. Mis opiniones hoy son fruto de unas circunstancias que pueden variar mañana, así que no veo ningún valor en escribir públicamente sobre ellas.
Volviendo a tus opiniones, contrastemos usar tu blog para escribir odenadamente a vociferar tus opiniones en Twitter. Allí, debido a la inmediatez de las conversaciones en tiempo real y las limitaciones en longitud, terminas mostrando mucho más de tí; no hay espacio para ornamentos. Eres raw material, que dirían los anglos. Allí, "los que piensan como yo" y "los que aún no se han dado cuenta" son igual de imbéciles que tú. Allí nadie duda en tirarse al cuello de cualquiera o de ridiculizar públicamente a los imbéciles del otro grupo. Allí o eres una estrella imbécil o un imbécil estrellado.
Pero no me quiero desviar.
Y es que en las últimas 72h he visto a 3 (tres!) personas, que en cierto modo admiro, hacer el imbécil en Twitter gracias a una especie de necesidad autoimpuesta de verter opiniones de esas que dividen al mundo. Y no es que no tengan derecho a hacerlo, pero me resulta ridículo ver cómo se señalan y desgastan en una batalla absurda sin sentido.
A veces es mejor venir opinado de casa.